REQUENA NOZAL

La pintura a la encáustica no es frecuente en los procedimientos de maneras y tendencias de nuestro tiempo. Requena Nozal (Zaragoza, 1947) la utiliza en las obras presentadas en la galería Ansorena. Esa preparación al encausto, la tinta roja con la que en la antigüedad escribían sólo los emperadores, configura ahora escenas orientales, paisajes y naturaleza muerta y bodegones.
    Tres son las maneras y asuntos de la pintura de Requena Nozal. La primera el paisaje de las tierras aragonesas y limítrofes donde el realismo se vela con luces difusas y misteriosas muy cercanas al impresionismo. La segunda, las costumbres y hechos de los refugiados tibetanos en Nepal donde ya se introduce una suerte de figuración determinada, de volúmenes trabajados a base de planos y los trazos sobre las figuras - sobre todo de las "Hilanderas"-. se desarrollan en manchas amplias de tonos oscuros con el predominio de los ocres, señalando ambientes de intención expresionista. La tercera, se define por un neo-cubismo en la línea de un Joaquín Peinado, con supremacía de los azules, como luz, transparencia y contraste con los anaranjados y verdosos. Todas las obras pertenecen a los trabajos hechos entre 1986-1989.
    Tres etapas, tres temas genéricos muy distintos en los que el pintor explora las posibilidades de la materia con la que trabaja y obtiene matices casi opuestos en los tonos, en la densidad y textura.
    Es Requena Nozal pintor que utiliza la disciplina de la encáustica y somete a esa sus versiones de lo que ve y lo que siente. El color varía adecuándose a las circunstancias de sus elecciones temáticas. Hay una actitud de distancia de la vida, de la naturaleza de los objetos inertes, que cualifica el procedimiento empleado. De ahí, que la unificación de la pasta confiera a cada escena, cada figura, cada perspectiva natural, la presencia imperiosa del pintor; que no se deja llevar por sentimiento, por lo subjetivo, que lo podría ser en los personajes orientales, dado su existencia dramática; tampoco en los estados de ánimo que pueden suscitar un paisaje según sus luces y sombras, según su vegetación o clima; y citamos dos asuntos por los condicionamientos o sensaciones que inspiran esas dos realidades. En el bodegón o la naturaleza muerta esta el sentido del orden compositivo, la valoración de los volúmenes y los planos, la búsqueda de la capacidad translúcida de los cuerpos, según se los estructura como hacía Cézanne y aquí se advierte.
    Requena Nozal lleva bastantes años en el oficio de la pintura ejerciéndose en el procedimiento a la encáustica sobre el seguro dibujo que sostiene todo lo que en sus composiciones representa. Ante todo el valor expresivo de la materia podría ser su lema y, también, la introducción en el número de los modelos del cubismo de los objetos procedentes de las fuentes de nuestra cultura como es la composición titulada "Platos y vasijas griegas" que yo no he visto en las obras de tantos pintores de la tendencia, ni en los que les siguieron, limitándose a los vasos de vidrio, los periódicos, los instrumentos de cuerda o las pipas de fumar y poco más. Cierto es que París fue el escenario reducido, la vida cotidiana en la que se inspiraron. Requena Nozal, viajero curioso, añade cultura a aquella parva temática.
​
Elena Florez
Correo del Arte, 1990